Incursiones.

El coche…

Ese maravilloso lugar donde puedo escuchar música a solas. Ese rincón secreto donde puedo sacar mi vena más hortera y nadie me lo recrimina. El escenario donde puedo cantar a grito pelado y lanzar un par de gallos sin que nadie me mire mal (mi mayor crítica es mi hija de cinco años).

La música en el coche es mi fiel compañera diaria de trayectos, como estoy segura de que lo es para muchos de vosotros. En mi bólido no funciona la radio, que tanta compañía me hacía, así que ahora aprovecho para rememorar discos viejos y cintas con el título borrado por el uso.

Ayer encontré un fantástico mixtape que me regaló Marcus, en uno de nuestros viajes pre-ser padres que hicimos a Alemania. Aquel momento liberador de bailar, montar en bici, tomar cervezas XXL por la calle, recorrer parques, perder trenes e ir a clubs clandestinos. Y aunque yo no soy muy entendida de música electrónica, quería compartiros unos favoritos de aquellos maravillosos años que tanto me han hecho sonreír en mi pequeño refugio musical con ruedas.

Ratatat– os pongo “Mirando” un track del 2008 que me encanta. No es de los más conocidos, pero… para mí, es un temazo. Ayer, conduciendo y escuchando, me sentía como si me fuera a comer el mundo.

Daft Punk– los favoritos de Stella, que puede estar cantando Around the World una hora seguida (sin exagerar) en el metro.

Air– Porque hablando de franceses, no puedo NO nombrarles. Los más cinéfilos los conoceréis por esta canción o esta. Pero tienen muchas dignas de escuchar.

Kraftwerk– estos viejos dinosaurios son los favoritos de Lucas. Les molan los robots, por si no os habíais dado cuenta.

JusticeD.A.N.C.E

Prodigy– En un blog sobre maternidad, está un poco feo poner este link, pero… aaaamigos, antes de ser madre, ya era persona. 😉

Metronomy– porque después de algo como Prodigy, viene bien relajarse con la otra versión ligerita de la electrónica más pop.

Hot Chip– Los últimos. Electropop en estado puro. Su canción más exótica que me pone a bailar sí o sí.

No pretendo para nada hacer un recorrido por la música electrónica porque estas sólo son algunas joyitas que he encontrado en un viejo mixtape que me regaló un gran amigo… pero quería hacer una incursión en estilos que a veces abandono y que también me gustan.

Y vosotros, ¿habéis escuchado algún CD de otros tiempo últimamente? Contadme vuestros favoritos. Compartir música es compartir alegría.

En mi aula.

Hablaba ayer con una madre preocupada. Llegan las navidades y, con ellas, toda la parafernalia de actuaciones escolares. Me contaba cómo el año pasado no la convenció mucho la forma en la que todo se realizó: desde el tema escogido, hasta la forma de repartir “papeles” (hablamos de niños de Infantil, 3 años) y las consignas de los grupos de madre en cuanto a disfraces.

Me hablaba de cuántos problemas habían surgido por no poder elegir un disfraz de forma creativa y única para cada niño (dentro del vestuario que se requiere para cada papel) y de cómo algunos niños se habían sentido mal porque no entendían lo de ser protagonista o salir un minuto y no decir ni palabra.

Este año, por lo visto, más de lo mismo. Y ella se preguntaba si el mundo en el que su hija va  a vivir siempre será así. Eso me hizo reflexionar y tratar de ver desde fuera cómo hago yo las cosas en mi aula.

Para mí, hay dos cosas muy importantes que siempre intento tener en cuenta cuando organizo algo con mis estudiantes.

1) No me gustan los rebaños, ni las distinciones que hacen sentir inferiores a algunos y superiores a otros. Todos somos iguales, pero únicos. Este concepto es más difícil de explicar a los padres que a los hijos. Sonará contradictorio pero… se puede.

En mi clase somos todos iguales, vamos a realizar las mismas actividades, usamos todos los materiales que compartimos… pero si tú quieres pintar la camiseta del niño rosa y tu compañera la quiere pintar de azul… no hay problema.

Todos participamos en las actuaciones pero si te apetece hacer el papel de un chico y eres una niña…. pues no hay problema. Para eso sirven los disfraces.

Si para ti “disfrazarte de animal” significa convertirte en un elefante y otro prefiere ser una hormiga… pues, me vale. Me encanta que seas creativo, que seas un animal igual que todos, pero que todos seáis distintos y os expreséis.

El hacer todo igual para todos llevado al extremo puede llevar al rebañismo uniformista que tanto odio. El hacer distinciones, valorando a unos por encima de otros puede llevar a destruir la confianza en uno mismo, la ilusión por participar e incluso a la apatía. (No participo en esto… total, no soy importante.)

2) Procuro no fomentar la competición, sino la colaboración. Es fácil caer en la “motivación” instantánea de ganar o perder. Lo sé porque me he pillado a mí misma caer en esta pequeña trampa varias veces a lo largo de mi vida docente. Es mucho más fácil encontrar juegos competitivos que juegos colaborativos. El problema surge a largo plazo.

¿Qué quiero yo propiciar en mi clase? ¿Diversión para todos o sólo para unos pocos? ¿La exclusión y el rechazo o la inclusión y el compartir? En los juegos colaborativos no hay perdedores ni ganadores, nadie se rinde, todos se apoyan, todos aprenden, se minimiza la frustración y el abandono, no crea divisiones en las clases entre “mejores” y “peores”.

Creo que mi deber como madre y como maestra es trabajar en la individualidad de las personas, en mejorar su autoconfianza, en hacerles fuertes siendo colaborativos y sociales… Creo que es un reto, porque no es fácil cambiar las ideas que nos venden desde televisiones, anuncios, organizaciones de trabajo y modelos sociales. Pero también creo que la clave está en reflexionar, informarse, buscar la forma, extender las ideas, practicar lo que piensas aunque al principio falles y sobre todo, hacer con tus hijos lo que te gustaría que los demás padres hicieran con los suyos.

Agosto

Esperé impaciente que llegase y, sin darme cuenta, casi se marchó.

Agosto, este año, es sinónimo de descanso, familia, amigos, diversión, viajes y alegría. Intentaré resumir mucho para no aburrir a nadie a la vez que comparto mis buenos momentos con vosotros.

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Agosto comenzó en la carretera, en un coche con mucha música y muchos kilómetros por recorrer. El destino merecía el esfuerzo… el vecino Portugal. Costa atlántica, recortada, tranquila, no invadida (aún) por el turismo en masa…

Podría describir mil  paisajes, contar anédotas, situaciones, conversaciones con amigos y lugareños. Pero creo que será más provechoso y menos aburrido si os dejo unas fotos y completáis con vuestras palabras las historias.

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Y aquí nuestro compañero de noche de Gintonics…

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Sí, sé que da un poco de repelús, pero al final hasta le cogimos cariño.

Después de una semana en el país vecino, tuvimos que volver a Madrid para la boda de una persona muy querida que además nos permitió reunirnos con mi amiga de toda la vida y su familia. Un par de días divertidos y llenos de buena compañía (muchos niños y mucha vida).

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Después salimos otra vez de viaje para el país vecino, pero por otra zona y en otro plan; primera vez que acampamos con los niños. Porto ciudad, el casco antiguo, me gustó mucho. Pero hacía mucho viento y frío, así que decidimos subir a Baiona con nuestros amigos, que venían de visita desde las Antípodas.

Nunca había estado en esa zona de Galicia y, la verdad, quedé impresionada. A Lucas le encantó el tobogán de la piscina, conocer niños y presentarse él solito en el camping, explorar la playa… Stella se quedó totalmente enamorada del castillo, nos hizo recorrer las murallas de principio a fin e inventó historias desde las almenas. Yo disfruté de las vistas, de la maravillosa puesta de sol frente a las Islas Cíes y de la amistad de personas que tardaré años en volver a ver (odio la distancia, cada día más).

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Agosto casi ha terminado… y las vacaciones con él. Pero ha sido un mes para recargar pilas, pasar tiempo con personas especiales que por desgracia viven lejos, disfrutar de la naturaleza, aprovechar cada segundo con nuestros niños y sobre todo, de tranquilizar los locos pensamientos, apaciguar el alma y llenar de paz el corazón.

 

 

La Huerta de Las Flores

El jueves era festivo en Madrid y aprovechamos el día para desconectar del estrés y subir a la Sierra.

Los chicos tenían un evento, pero no sabían explicarnos muy bien en qué consistía.  Cuando llegué allí… sólo puedo decir que me engañaron. Pero para bien. Ante mis ojos, la Huerta de las Flores se presentaba mágica y radiante, llena de fruto y verde para darnos la bienvenida. Un sitio mágico y perfecto para el día que nos esperaba: un almuerzo Pop Up de Norema Salinas Catering.

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Aprovecho para recalcar que esta entrada no tiene como objetivo publicitar a esta empresa. Ante todo, son amigos y quiero compartir con vosotros la experiencia tan fantástica que disfrutamos. Profesionales como la copa de un pino, pero cercanos y generosos. Detallistas, cuidadosos con cada bocado y cada set… pero personas auténticas que, de corazón, quisieron que formasemos parte de aquel evento.

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Dicho esto, os hablo un poco del proyecto de La Huerta. Tres familias, un objetivo, mucho trabajo e ilusión a raudales. En La Huerta se cultivan todo tipo de delicias de manera tradicional y ecológica, libre de pesticidas, insecticidas y demás. Trabajo diario, artesanal, duro… pero que tiene recompensa cuando saboreas el producto final. Da gusto ver que hay gente joven que se preocupa, se implica y se compromete con la Tierra y con la salud. Arranca ahora lo grande, pero llevan mucho tiempo trabajando en lo pequeño. Un gusto. La localización quita el hipo. Una huerta gigantesca rodeada por la Sierra Norte madrileña. La inmensidad tocando el cielo.

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La degustación de los productos de La Huerta nos transportó a la gloria, mientras nuestros “intrusos” amenizaban el tiempo de copas “chillout rústico” (alpacas de paja recubiertas de lino, básicamente) con sus mochilas sonoras. Tiempo de música y relax.

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Así empezó el almuerzo, con unos aperitivos riquísimos y naturales en forma de queso con miel autóctona, polen, pisto y calabacines de la huerta, cervezas artesanales exquisitas (no exagero ni un poco, os lo prometo) y fresquitas y gazpacho diferente.

Un pequeño adelanto de lo que nos esperaba en la mesa…

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Fue un día festivo en el que mayores y pequeños disfrutamos como locos de la comida, las vistas, las compañías, las flores, el agua, el campo y la amistad.

Gracias a todos por vuestro esfuerzo y vuestro trabajo. Desde el chef, hasta la organizadora, los camareros, los hortelanos, los músicos, los amigos que nos acompañaron hasta los niños. Todo fue especial, cada minuto mereció la pena.

No puedo esperar a la siguiente.

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Weekend

Junio es un mes siempre complicado… por varios motivos, pero el principal son los exámenes finales. Este año, con muchas actividades en la agenda de los peques, he decidido estar un poco más relajada y ser más flexible en mis horarios de trabajo.

No quiero perderme la vida de mis hijos. Así que he robado horas al sueño para preparar y corregir para poder aprovechar el sábado y el domingo en familia.

El viernes fue la graduación de Infantil de mi hijo mayor. Lo disfruté un montón. Nada de birretes o togas, nada de diplomas impresos… Fue todo “infantil”, una despedida hecha para y por los niños. Los padres nos emocionamos, nos reímos, lloramos, escuchamos y rememoramos lo que ha supuesto el cole hasta ahora.

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Voy a echar de menos a esta GRAN profesional y sobre todo, enorme persona que ha cuidado a mi niño, lo ha acompañado, le ha impulsado a crecer en curiosidad y le ha querido mucho. Gracias a ella, Lucas disfruta leyendo, resuelve conflictos con sus compañeros, se interesa por aprender cosas por sí mismo y sobre todo, expresa lo que siente y guardará un recuerdo inmejorable de su primer contacto con la institución educativa.

El sábado nos perdimos una obra de teatro con muy buena pinta en La Casa del Reloj, en el recinto del Matadero de Madrid. Nos equivocamos de salida en la M-30 y los maravillosos túneles nos tomaron todo el tiempo de buscar aparcamiento. La próxima no nos la perdemos, eso seguro.

Para compensar el mal sabor de boca, nos quedamos por Madrid Río. Hacía mucho que no iba por allí y me he quedado maravillada con la reforma que han hecho. Por eso y sólo por eso, les perdono que hayan hecho los asquerosos túneles por los que siempre me pierdo. 😉

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Los niños disfrutaron muchísimo. Se hartaron de montar en scooter, comer helados, jugar con los chorros, usar la tirolina…. Vimos el nuevo invernadero del Matadero por fuera, así que próxima visita segura. Nos quedamos con las ganas.

WP_003003Luego quisimos ir a la Feria del Libro pero los niños estaban deseando seguir con sus juegos… así que decidimos que esta preciosa colección  (en la foto de la izquierda) tendrá que esperar una semana más.

Tengo varios títulos para ellos y varios para mí que no quiero dejar pasar. Ya os contaré qué tal son.

De momento os dejo con estas recomendaciones:

¡Mira debajo! Tu cuerpo.” de la Editorial Usborne.

El planeta Tierra” de la misma editorial.

Horas de curioseo y lectura aseguradas. Eso sí, para niños entre 3-6 años. Más pequeños no recomiendo porque las solapas se pueden romper el primer día.

Os dejo con un vídeo enlazado de “All you need is love” que bailaron en la graduación.

Maravilloso fin de semana.

In memoriam

Hoy es un día especial. Porque me gustaría que estuvieras… y no estás. Porque hoy celebraríamos, con risas, canciones y merendola tu cumpleaños. Pero no podemos festejarlo juntas.

Y como siempre uso muchas palabras para decirte cuánto te echo de menos, hoy he decidido que sólo haré un recorrido musical por nuestros 18 años de amistad. Habrían sido muchos más, estoy segura.

Camoramas” especiales.

Tardes perdidas en casa viendo el canal alemán de música.

Pidiendo música a Isaías y Albertito.

Convenciendo a la gente para que me regalasen EL disco.

Cantando canciones en la Voyager de ida a quién sabe dónde (Candeleda, quizás), mientras comíamos Doritos con olor a queso.

Las comidas de navidad en la iglesia.

Los últimos días de bailoteos juntas.

Y tantas canciones que me hacen pensar en ti… Feliz no cumpleaños, amiga.

Sábado Cosmotidiano

Ayer, la banda en la que participa marido presentaba su vinilo en un lugar muy especial, lleno de música, arte audiovisual. poesía y amantes de la cultura.

WP_002552Fue una pasada poder ir y compartir buenrollismo musical y personal. Se acercaron unos pocos amigos, de esos de los de toda la vida, delante de los cuales no da ningún corte expresarte tal y cómo eres. Puedes bailar, gritar, saltar o estar quieto sin miradas de reproche. Un espacio y un ambiente que invitan a la libertad creativa y sobre todo, a pasarlo bien.

Mi hermana tuvo el detalle de quedarse con los peques para que pudiera salir ayer (aunque vinieron tres pequeñuelos de otra familia) y he de decir que aproveché cada segundo. Reí, bailé, canturreé, tuve conversaciones con conocidos y desconocidos sobre música, sobre la vida, sobre mis hijos, sobre Arte… Me enseñaron tesoros musicales, instrumentos de los 50 y 60 que, al tocarlos, te transportan a ese disco de Jimmy Hendrix o The Doors que te ponía a bailar desde la primera nota

Un lujo de noche en El Planeta de los Wattios. Un lugar especial, lleno de gente bonita, que guarda joyas musicales de otras épocas doradas.

Os dejo con un invitado que pasó por allí. Me emociona esta canción.

 

Teatro para niños.

 

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Este fin de semana, compartimos el primer día de teatro de Stella. Lucas ya lo había experimentado un par de veces y sabía que le encantaba, pero estaba ansiosa por ver la reacción de Stella.

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Ella es musical, ella es ritmo puro, es sensible, es bailarina, es música, es artista… Fuimos con el amigo del alma de mis niños y sus padres a un encantador pueblecito de Madrid llamado Navalcarnero. El teatro Tyl Tyl es genial; tiene Escuela Artística para niños en la que trabajan no sólo el drama y la expresión corporal, sino música, decorados, juegos, creatividad… Una pasada.

 

 

Las obras que presentan también lo son. Son obras para público infantil pero sin cursilerías, sin montajes cutres con la excusa de que “son para niños”… Merece muchísimo la pena, por la profesionalidad de la compañía, por la música propia en vivo, por la emoción que ponen en cada detalle.

La cara de Stella lo decía todo: seria y expectante al principio, emocionada a la mitad, totalmente entregada al final… haciendo música con su botella de agua, acompañando a la música y canturreando por lo bajini. Toda una experiencia recomendable 100%2014_03_25_11_01_08

Además, Navalcarnero es un pueblo con encanto en el que te puedes tranquilamente al salir del teatro, unas cañas familiares mientras los niños juegan en la plaza.

¿No os parece un buen plan findesemanero?

Trinity’s

La idea surgió de forma casual… “Mañana no hay clase, tenemos huelga. Estoy un poco tristona, ¿quedamos?” “Pues me apetecía ir a comprar algunas cosillas para mi habitación, ¿me acompañas?”

Y así quedamos tempranísimo al día siguiente en la parada de bus. Queríamos coger el tren lo antes posible ya que nos esperaba un paseo de casi hora y media. En aquel entonces ninguna teníamos coche…ni siquiera carnet.

A la mañana siguiente, yo esperaba en la parada y no aparecías. Tuve que dejar pasar el autobús mientras te llamaba impaciente. Me contestaste con voz de dormida y supe que nos tocaría coger el siguiente.

Ya de camino a Torrejón, bromeábamos con tu despiste. Yo era poco dormilona y para ti, dormir era un placer. (Cómo lo entiendo ahora que soy madre, amiga)

Llegamos apresuradas a la estación de tren, casi corriendo…tratando de recuperar el tiempo perdido. Pero justo la estaban cerrando, con sus metralletas, los militares. No entendíamos nada. Pensamos que tal vez venía alguien importante a la base militar o que estaban haciendo maniobras. Se nos pasaron mil cosas por la cabeza. Tranquilas, un poco irritadas por los cambios de planes, nos fuimos al Trinity’s a tomar un café y esperar que abriesen la estación otra vez. Y fue allí cuando vimos las imágenes horribles que ponían en todas las cadenas… fue allí donde,temblando y con las manos entrelazadas, escuchamos con horror el destino del tren que habíamos perdido.  Fue en ese café,que hoy ya no existe, donde tratamos frenéticas de llamar a nuestros amigos y conocidos que sabíamos hacían esa ruta normalmente. La camarera lloraba, nosotras también… Lágrimas nerviosas, lágrimas de felicidad cuando conseguíamos contactar con alguien, lágrimas de horror cuando no recibíamos respuesta, lágrimas de soledad cuando llamó y sentí culpabilidad y alivio en sus palabras…pero no amor.

Estábamos atrapadas. Las colas para los autobuses eran interminables. No podíamos volver a casa, no podíamos llegar a ningún otro lugar. Así que allí nos quedamos, en el Trinity’s; hasta que el flujo de gente se relajó y supimos que era “seguro” coger un medio de transporte.

Hoy hace diez años de aquel horror. Perdimos personas cercanas en aquella tragedia. Sentimos la pérdida de los que no conocíamos personalmente. Perdimos la tranquilidad, se cayó la venda de mis ojos en muchos sentidos. Tuvimos miedo de cada lugar de nuestra ciudad. Se instauró el silencio en la bulliciosa Madrid, siempre llena de vida. Ahora apestaba a muerte… A dolor.Y a la vez, fue un principio lleno de sentido y plenitud. Me desbordó el agradecimiento y me llené de un propósito que me dio fuerza.

Gracias, Helena, por compartir mi miedo de aquel día y acompañar mi alma. Gracias por no llegar puntual a nuestra cita y darnos una preciosa oportunidad más para disfrutar de la vida. Y gracias por todos los momentos post Trinity’s que hemos vivido…