En este difícil comienzo de curso, estoy reflexionando sobre varios temas… como maestra y como madre. Me preocupa mi reacción maternal ante cosas que estoy viviendo en mi área de trabajo.
Hoy, en mi página de Facebook he compartido una imagen y un artículo que un buen amigo ha difundido sobre las prisas en la Educación.
Es la que comparto en la imagen destacada. Podéis leer su artículo entero aquí.
En su página, que comparto con permiso, podéis encontrar muchos artículos interesantes. Si os interesa la Educación y los niños, os la recomiendo de corazón.
Me ha venido como anillo al dedo, ya que hace años que vengo observando el agobio tremendo que la mayoría de los padres tienen sobre el futuro académico de sus hijos. Desde los tres años empiezan el colegio y se espera mucho de ellos. Les vamos poniendo losas desde el mismo momento en el que nacen(me incluyo como parte de la sociedad en la que vivo, aunque mi realidad difiera) en su desarrollo, los vamos comparando con “Pepito, el de Fulanita” o “Menganito el primo de Zutanito“.
Sus primeros dientes, cuándo es capaz de sentarse, sus primeros pasos, sus primeras palabras… Alabamos a los niños más precoces y miramos con pena a las mamás de los niños que parecen no tener prisa en el siguiente paso.
Qué injusto. Para los niños sobre todos, pero también para las familias.
La competición de bebés, durante la etapa escolar se transforma en una dura lucha por el “ser el mejor de la clase” y lo peor, una estigmatización del niño diferente. Si no les apuntas a ocho mil clases extraescolares desde Educación Infantil, le estás cerrando puertas a tu hijo. Eso es lo que te dicen las mamás, aterrorizadas ante la idea de que su pequeño se quedé atrás.
No lo soporto. Queremos convertirlos a todos en borregos uniformados en una misma dirección engañosa: el éxito. Que es un concepto confuso y nada definido… porque, ¿qué es el éxito para ti?
Yo rompo una lanza a favor de la individualidad de cada persona, tenga dos meses o noventa años. Yo creo en el desarrollo natural como camino más seguro, más exitoso y más pleno para los niños. Yo no voy a meterles prisa para que sean o hagan o encuentren.
Quiero respetar su tiempo… para que busquen, encuentren y se desarrollen plenamente. ¿Me acompañas?