Si no habéis ido a Portugal, os animo a que lo hagáis cuando surja la oportunidad. Aljezur es un pueblito situado en la costa Vicentina (al suroeste del país vecino), que es un espacio natural protegido. No es tan conocido como la zona más turística del Algarve, afortunadamente, porque así conserva esas preciosas playas vírgenes perfectas para amantes de surf y familias aventureras.
No sólo hay turismo de playa, también se puede visitar el Castelo y centro histórico de Aljezur, con aires árabes que evocan nuestra herencia común. En zonas cercanas, como Lagos, encontramos un zoológico (plan para ir con pequeños) o Monchique son su conocida feria medieval.
Pero lo impresionante de la naturaleza, capta todos los sentidos. Las playas son una maravilla: algunas inmensas, otras chiquititas, salvajes, heladas… mis preferidas son por accesibilidad Monte Clérigo, por belleza surfera Arrifana, por inmensidad y originalidad Amoreira y su desembocadura de río tan particular, por espectacularidad Bordeira y Amado (península de Carrapateira)…
El carácter portugués me recuerda al español de antaño: cálido y acogedor, especialmente con forasteros… Risueños y amables, luchadores y apegados a la tierra que los alimenta. Los portugueses son un crisol de culturas interesantes, cosmopolitas en ciudades grandes y de raíces profundas en zonas rurales.
Con las dos inmensas poetas que hay en esta comunidad, da un poco de vergüenza publicar esto, pero… no podía compartir este rincón sin transcribir mis sensaciones, escritas por primera vez en un trozo de servilleta durante el viaje.


P.D. seguro que María Corchero tiene muchas más sugerencias sobre esta zona de la Península 😉