Cuando era pequeña, asistía a un grupo llamado Exploradores del Rey, parecido a los grupos scouts pero independientes de ellos. Exploradores me formó en muchas cosas, lo pasé genial, hice un montón de actividades (senderismo, piragüismo, escalada, bungee jumping…), hice amistades para siempre y aprendí mucho sobre la vida. Recuerdo con ternura las veladas por la noche, todos rodeando la hoguera y escuchando leyendas de los indios americanos.
Una, me llegó en especial… una leyenda de los indios Sioux que hablaba sobre el juicio rápido al que tendemos los seres humanos. La frase final, la que contiene la enseñanza o moraleja, era una máxima que todos conocemos pero no todos practicamos:
“Antes de juzgar a una persona, camina durante tres lunas con sus mocasines“.
Lo que podríamos traducir en: antes de emitir un juicio rápido, muérdete la lengua, quédate en silencio, escucha lo que te cuenta esa persona, observa las circunstancias que lo rodean, comprende su camino vital… lo que le ha llevado hasta aquí. Y después, atrévete a soltar tu juicio si aún puedes.
Es fácil hablar desde la distancia… Es fácil hablar cuando hay tierra de por medio (como nos pasa con las situaciones tensas en el panorama internacional), es fácil solucionar el mundo o la vida de los demás cuando no estamos en el mismo punto emocional, o cuando ya ha pasado una cantidad considerable de tiempo, o cuando nuestras circunstancias en nada se parecen a las del otro. Es fácil hablar. Es fácil decir: “yo haría o yo habría hecho…“. Lo que no es fácil es callar y comprender. Lo que no es fácil es digerir la vida en un silencio comprensivo, en un silencio no indiferente sino empático.
Lo que no es fácil es ponerte en la piel de la otra persona y comprender sus miedos, sus aspiraciones o su equipaje emocional. Lo que no es nada sencillo es animar en lugar de juzgar, apoyar en lugar de hundir.
Yo quiero aprender a ser sabia en mis palabras, porque son poderosas y traen con ellas muerte o vida, sanidad o basura. Yo quiero ser fuente de vida, con mis palabras o con mis silencio.
Eres fuente de inspiración y reflexión, eso tenlo claro. Feliz fin de semana!
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¡Qué ánimo me dan tus palabras! Muchas gracias y feliz fin de semana.
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Pues es una buena enseñanza! A mi me cuesta mucho, peores verdad q t es más fácil perdonar cuando t pones en la piel d otro. Mi abuela dice: d hablar t arrepentirás pero d callar nunca!
Bs
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Muy bonito, Noe…como todos tus post!!! Yo he aprendido a empatizar más desde que soy madre y soy incapaz de juzgar a nadie…porque yo he hecho cosas que jamás pensé que haría en situaciones límites de mi vida! Un besazo, bonita mía!
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Vaya, creo que sin darte cuenta ya has andado buena parte del camino… Creo que lo que más nos cuesta a todos es darnos cuenta de esto, de que el otro está “en otro lugar” y hay que caminar hacia él con los ojos del corazón bien abiertos…
Precioso Noemí, un besazo!
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A mí a veces también me cuesta mucho, y eso que soy bastante empática… pero soy muy metepatas porque hablo muy rápido. No para juzgar, pero a veces meto “mis consejos” cuando lo que buscan es mi comprensión en silencio. Es difícil. Besazos Maribel!
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Es verdad, jolines, ser madre es una cura de humildad… tantos “yo no haría esto” o “yo lo haría así o asá”… que luego se transforman en “ups, yo también lo hice… o no lo hice”. Juzgar es fácil, empatizar más difícil pero hay que seguir intentándolo siempre. Un besazoooo, Jeza. Gracias por pasarte 😉
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Me quedo con tu “caminar con los ojos del corazón bien abiertos”… ay, qué poeta. Me paso a leer tus novedades. Muaaaaaaaaaaaks!
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