Ya no pisas los charcos para mojarme. Ahora, cuando llueve, hasta usas paraguas. Antes, nos refugiábamos en cualquier soportal a esperar que pasaran las nubecillas grises, o nos sentábamos en una cafetería si la cosa se ponía fea, más para abrazarnos que para tomar café.
Bajo tu capucha se escapaba un mechón rebelde y tus ojos brillaban más que las gotas de lluvia que nos empapaban. Teníamos los pies mojados y el corazón contento.
Ya no pisas los charcos del camino. Los esquivas con elegancia, con movimientos que hacen juego con tu traje de señor desconocido. Y yo, te miro desde lejos, sin saber qué hacer.
Ya no estornudas a la vez que ríes; ahora sacas un pañuelo de tu bolsillo y me miras con ese gesto tan serio. Me miras casi con gesto paternal, deseando ponerme a cubierto de la lluvia. Pero a mí, el agua no me molesta.
Llueve… llueve dentro de nuestro refugio. Llueve a mares y no estás aquí. Las cosas que un día compartimos, nuestras cosas, salen flotando por las puertas y las ventanas. Se pierden, se estropean, se mojan, se deshacen…
Lloro, lloro y lloro… Mi cara empapada de gotas saladas porque hemos perdido la magia de las tardes lluviosas que acababan con besos y resfriados, después de sonrisas que parecían eternas.
Ya no pisas charcos, ni me sonríes, ni me ofreces cobijo bajo tu paraguas. Ya no miras la lluvia desde mi ventana, ni me gastas bromas, ni me regañas por mojarme bailoteando fuera. Ya no pierdo autobuses por darte besos, ni fortunas para hablar contigo…
“Sólo sé que vi llover, vi gente correr… y no estabas tú”.
Jopé Noemí, qué triste, qué bonito, y qué pena que da igual los años que tengamos que todos pasaremos por eso… Pero siempre puedes coger una pistola de agua para empapar a quién tú quieras 🙂
La vida está en los ojos del que mira, y si alguien no lo ve, habrá que comprarle un par de gafas 😉 (si quieres un día nos vamos a pisar charcos juntas, no es lo mismo peeeeero…!)
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Con el tiempo arrasando, todos cambiamos, creo que has usado una imagen perfecta… Yo me he comprado unas botas xq los niños me han devuelto ese gusto de saltar en los charcos q había perdido…
Bs
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Que belleza. Me ha encantado. Mucho. Mucho
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Nunca dejes de saltar en los charcos. Muak!
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qué bonito, mujer mojada!! 🙂 un beso!
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Oh!
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A lo mejor es el momento de vivir la lluvia de otra manera, crecer a veces puede ser muy árido. Tal vez sea un estado de transición hacia otra etapa. Una etapa sin lluvia en el pelo, pero también sin lágrimas… 🙂
Un beso guapa
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Lo de pisar charcos juntas no me parece mala idea…jajajajaja. Un besazo preciosa.
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Yo sigo charqueando en cuanto puedo… 😉 Los niños nos devuelven la alegría de las pequeñas cosas.
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Muchas gracias, caballero. 🙂
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Eso nunca. Hay que mantener la alegría. Besazos, guapa!
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Gracias, preciosa. Estoy disfrutando mucho de la reactivación de las aventuras de baby Mike.
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😉
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Ya no hay lágrimas… a veces sí hay lluvia en el pelo, pero madurar también ha sido precioso. Gracias por leer. Muchos besos, aviadora.
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Yo sigo siendo de saltar en los charcos, siempre lo he sido, y aunque a veces se me olvide… las etapas pasan, así que creo que siempre lo seré. Muchos besos, y muchos posts como este! Me ha encantado y me ha tocado la fibra a partes iguales. Muaaa
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Buffff, si quieres saltar en un charco te invito a que vengas al que se acaba d formar bajo mis ojos, con las lágrimas que me has provocado, de pena por saber lo que sientes, por haberlo vivido hace poco, de felicidad por haber encontrado de nuevo esa chispa en los ojos del que me mira y volver a saltar juntos, a mojarnos sin preocupaciones. Ojalá ese gesto serio se vaya y vuelva de nuevo el mechón de pelo rebelde.
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