Es algo que tengo claro desde hace mucho tiempo. Con tu boca puedes reafirmar e impulsar, o hundir y destruir autoestima.
Las palabras que decimos son especialmente importantes para nuestros hijos. Sé que todas “lo sabemos” pero, pude experimentarlo ayer por la tarde. En la sobremesa, estábamos hablando mis suegros, mi marido y yo sobre la excursión a la granja que tiene Lucas en febrero. Todos le recordábamos que tenía que comportarse bien, hacer caso a su profe y ser respetuoso con sus compañeros.
Creo que pusimos demasiado énfasis en nuestras palabras y, mi pobre niño, que es un tierno en el fondo, empezó a llorar desconsolado.
No quería que le consolase, ni que nadie se acercara… Yo poquito a poco, me fui acercando con cariños y palabras de amor. Por fin, se abrazó a mí y me dijo muy sentido: “Mamá, que yo soy bueno. No voy a portarme mal en la granja. ¿Por qué pensáis que voy a desobedecer a mi maestra?”.
Fueron palabras, palabras para nosotros inofensivas y corrientes, pero que a él le calaron hondo porque las interpretó de una manera equivocada.
Las palabras pueden pesar en el corazón durante mucho tiempo, las palabras pueden elevar nuestro espíritu, las palabras pueden impulsar nuestros sueños… Y no hay palabras más importantes que las que recibes en tu niñez, cuando tu percepción sobre ti mismo aún no está clara, y recibes de tus padres y seres queridos la imagen de tu persona.
Cuidemos nuestras palabras, porque están cargadas de vida o de negativismo. Con esto no digo que corregir esté mal; sólo (y me lo digo a mí misma, como recordatorio personal) pretendo recalcar la importancia de nuestra actitud, ejemplo y palabras en la personalidad de nuestros pequeños.
Hoy toca canción un poco moñas. Lo siento. 😉
Buenísima enseñanza de parte de un ser tan pequeño, eh? A veces nos enseñan más ellos a nosotros que al revés. A mí además me sorprende la ternura y lo fácil y limpio que es para ellos todos: por qué darán por hecho estos mayores que me voy a portar mal? para dejarnos sin palabras, nunca mejor dicho! me quedo con tu reflexión Noemí, un besazo! pd: no ponga la música que estoy en la biblio y se me asusta el personal 😉 las de ayer, para la sesión de estudio esta tarde en casa.
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Las palabras con los niños no hay que medirlas, hay que milimetrarlas… Qué lección de tu peque, me quedo con su inocencia y su limpieza de corazón, pero sin duda que nosotros no queremos causar ese efecto en ellos. Es lo que tú dices, hay demasiado de nuestra propia vida en nuestras palabras… Besiños Noemí, me ha encantado!
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Qué razón tienes, y que poco nos fijamos en cómo y qué decimos, yo por lo menos. Me apunto tu consejo en la lista de “Sabidurías para grabarse a fuego”. Besucos.
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Tienes toda la razón del mundo, cuando soy un poco tosca, Nora llora y me pregunta que por qué la trato así. Pobre mía. Siempre la pido perdón, pero a ver si controlo más. Me ha encantado la entrada preciosa
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Yo debo hacerme recordatorio todos los días. Seguro que lo consigues. 🙂
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Es que las palabras se escapan de los labios rapidísimo. Las lecciones de vida que me dan mis hijos son impagables.
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Nuestros hijos son de una claridad absoluta. Lo que mejoraríamos si fuéramos sencillos como niños. Besazos, Pauli.
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Cuesta medir, pero hay que hacerlo… Me alegro de que te haya gustado, Bea. Muchos besiños.
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Si… lo que pasa es que las palabras a menudo nos desnudan. Son demasiado de mar a dentro. Es difícil pero con tesón y amor podemos ir trabajando todas esas cosas que hacen daño.
Un besito para ti y para tu peque, que encanto…
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A mi me ha pasado alguna vez. Y con los enanos el problema es lo difícil q es dar marcha atrás…
Lo bueno q tienen es q no son rencorosos (por el momento).
Bs!! 🙂
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Wuolah Noemí!! Qué cierto es que hay que medir las palabras con los hijos…
qué rico, lucas!!!!
Un besazo y graciAS por recordarnos algo tan importante y que en muchas ocasiones se nos olvida 😀
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Hola Noemí, hace unos días me dejaron un “premio” en otro blog, y yo lo quiero compartir contigo, así que aquí te dejo el premio que te doy en el mío. Espero que te guste. Besos. http://pasucoapasuco.wordpress.com/2014/02/03/un-premio/
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Muchas gracias! Mañana mismo me pongo 🙂
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